Guatemala, El Salvador y Honduras, acostumbrados a sepultar muertos causados por pandilleros y narcotraficantes, se enfrentan al terror del COVID-19 con sistemas de salud endebles y gran parte de su población encerrada en sus casas, lo cual propició una reducción en la violencia criminal.

La baja se dio a pesar de que El Salvador vivió un fin de semana sangriento, con 50 homicidios del 24 al 26 de abril, en acciones atribuidas a las pandillas que controlan comunidades en todo el país.

Pandilleros y narcotraficantes que sometieron a los tres países a lo largo de tres décadas, elevando los homicidios hasta 90 por cada 100.000 habitantes en algunos casos, dieron una tregua que no había sido posible ni con estratosféricos gastos estatales en policías y militares.

Los toques de queda que implantaron los gobiernos desde marzo ante la amenaza de la pandemia tuvieron la imprevista consecuencia de un repliegue de los delincuentes que usualmente controlan barriadas pobres de las ciudades de los tres países.

En Honduras, desde que empezó la cuarentena en marzo “se ha alcanzado la reducción de 217 homicidios, en comparación con el año 2019”, proclamó el ministro de Seguridad, Julián Pacheco.

Detalló que en abril pasado se registró una disminución de 157 homicidios con relación a abril de 2019, y 38 en la primera semana de mayo.

En Guatemala, el estatal Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) indicó que en febrero pasado murieron de forma violenta 262 personas, mientras que la cifra bajó a 154 en marzo y 174 en abril, sumas mucho menores a las de abril de 2019, cuando murieron 376 personas.

En El Salvador, según cifras oficiales, en los primeros cuatro meses de 2020 se registraron 441 homicidios, 58% menos que en igual período de 2019.

El “encierro por la cuarentena sanitaria le permite a las autoridades tener un mejor control de quién anda en la calle y eso ha repercutido en que las cifras de homicidio” disminuyan, explicó a la AFP el analista político y exguerrillero salvadoreño Dagoberto Gutiérrez.

Añadió que ahora los policías y los soldados están en las calles patrullando “pero con otro objetivo al centro: el coronavirus”.

 

Homicidios en baja

Honduras, con nueve millones de habitantes, cerró 2019 con una tasa de homicidios de 44,7 por cada 100.000 habitantes, equivalente a seis veces el promedio mundial de 6,1 por 100.000, según la ONU.

El Salvador terminó 2019 con 35,6 homicidios por cada 100.000 habitantes y Guatemala con 23,5.

Jair Meza, portavoz de la policía hondureña, añadió que ese cuerpo de seguridad ha mantenido patrullajes para garantizar el toque de queda y reprimir manifestaciones en barriadas y comunidades pobres del interior del país, que salen a bloquear calles en demanda de alimentos.

“En zonas de riesgo, donde hay bastante pobreza, han salido a hacer manifestaciones y eso hace que aumenten los focos de infección”, comentó Meza.

El dirigente de los transportistas hondureños, Jorge Lanza, dijo que los pandilleros han desistido de las extorsiones por primera vez desde que empezaron, hace una década, aunque el transporte público no está trabajando por las restricciones oficiales.

Los extorsionadores “no nos han vuelto a llamar y esperamos que no lo vuelvan a hacer”, abogó Lanza, quien agregó que se pagan cerca de $500 mensuales de “impuesto de guerra” a las pandillas por cada uno de los 1.500 buses y 8.000 taxis que prestan servicio en Tegucigalpa.